lunes, 26 de julio de 2010

México Maniatado.


Los recientes sucesos en la ciudad de Torreón pusieron de manifiesto una vez más el nivel de corrupción inimaginable que tienen muchas de las instituciones que son vitales para conservar nuestro Estado de Derecho. En hechos que una vez más sorprenden a la opinión pública, aumentan la psicosis existente en la región lagunera (otrora un sitio seguro, de trabajo y de progreso), un grupo armado irrumpe en una fiesta privada disparando a ultranza contra todos los asistentes. Sin importarles la edad, sexo u ocupación de sus 17 víctimas, estos sicarios, cuyo color o bando ya es indiferente, salieron impunes del lugar a regresar a su escondite: ¡nada más y nada menos que una cárcel federal en la cual están reclusos y de la cual pueden salir con autorización del personal de la misma!


El caso de Torreón es quizá uno más de los que se añade a la largísima lista de abusos, extorciones, asesinatos, secuestros, actos de corrupción y actos de cohecho impunes que forman parte del modus vivendi de muchas personas en nuestro país. Los hechos criminales cada vez se vuelven más fríos y violentos ante una sociedad cada vez más temerosa pero a la vez indiferente.


Miles de personas deciden dejar el país en búsqueda de condiciones de seguridad que les permitan (al menos) vivir una vida más tranquila. Otras muchas personas han dejado de generar fuentes de empleo al estar amenazados por grupos delictivos que buscan lucrar de forma predatoria y destructiva con negocios y pequeñas empresas. Asimismo, ya no existen (si es que alguna vez existieron) mecanismos estatales de defensa de los derechos más elementales frente a esta ola de violencia, inseguridad y sosobra que se ha apoderado tanto de los particulares como del gobierno municipal, estatal y federal en sus tres órdenes de gobierno. Podríamos hacer análisis y más análisis acerca de qué tan infiltrado está en crimen en todas las instituciones públicas y privadas y los resultados serían sorprendentes. México hoy en día tiene un gobierno maniatado que no tiene opción más que de ver por los intereses de grupos criminales a punta de pistola, o, en el peor de los casos, recibiendo un sueldo a cambio de entregar en manos de poderes de facto la soberanía misma de los ciudadanos mexicanos. Las empresas y los empresarios no tienen opción, o comparten el negocio con grupos criminales o mueren de forma irremediable. Los medios de comunicación guardan silencio ante las decenas de abusos y actos de terror que ocurren día con día en la frontera y en muchos rincones de nuestro territorio, amenazados de forma contundente y viendo de forma pasiva, al igual que todos nosotros, como la cifra de desaparecidos, secuestrados y asesinados aumenta día con día de forma irremediable.


La pregunta que debemos hacernos es ¿cómo revertir este proceso de perversión del poder público? o más bien ¿con qué métodos o mecanismos contamos para hacer frente a este poder de facto manejado en antivalores de corrupción y violencia?


Para responder a esta pregunta, debemos echar mano de los factores que en primer lugar originaron el actual debacle del estado de derecho.


Corrupción.


Como una regla no escrita, la corrupción, los negocios turbios, la política de 'por debajo del agua' y el nepotismo han sido parte integrante de las formas de gestión, legislación, administración e impartición de justicia en México. La corrupción invade desde el órgano más elemental de gobierno (una estación de policía de barrio, una biblioteca municipal u oficinas de trámites) hasta los niveles más altos de gobierno (ejemplos clarísimos son la COFETEL, paraestatales como PEMEX o inclusive gremos de servidores públicos como el SNTE). ¿Cómo erradicar la corrupción? Teniendo y creando consciencia acerca de los efectos colaterales que tienen los actos de corrupción: abuso, ineficiencia, muerte, entre otras.


Educación.


El factor más importante de todos: la ignorancia. La ignorancia lleva a las personas por caminos errados llenos de desinformación e inconscientes de sus actos. La educación no solo debe estar enfocada en adquirir conocimientos (ojalá que no solo elementales) y en desarrollar la capacidad de abstracción en las personas, sino también en formar a las personas en valores que permitan una convivencia social basada en la ética y en el respeto a los derechos. Hoy en día, en México casi una cuarta parte del gasto público se destina a la educación, una cifra adecuada. Sin embargo (y teniendo en cuenta el factor anterior), la mayoría de esos recursos destinados a impartir educación están destinados al pago de prestaciones para los trabajadores de la educación, por llamarlo de alguna manera, sino es que van a parar a los bolsillos de funcionarios sindicales que de forma autoritaria y bajo ninguna forma que regule su boraz discrecionalidad, roban impunemente amparados por la corrupción y el nepotismo.


Oligarquía Económica y Política.


Una minoría de personas en México cuenta con ocho o diez veces más riqueza con la que vive el resto de las personas. Como si se tratase de un Estado de hace siglos, México no ha logrado romper con la marcada desigualdad entre ricos y pobres. El tren del Neoliberalismo adoptado por México en definitiva a traído una apertura a nuevas tecnologías, nuevas oportunidades de crecimiento y de educación que la mayoría de los mexicanos no tiene posibilidad de disfrutar. Estamos ante un neoliberalismo mal aplicado y mal enfocado. Un neoliberalismo de largas jornadas de trabajo mal pagadas, de limitación de procesos productivos, de exclusión de aquellas personas que no tienen posibilidad de trabajar dentro de cualquiera de los engranes que forman el motor económico de nuestro país, por corrupción, por enfrentarse a extorciones, por falta de educación o por una infinidad de motivos. Para colmo, un Estado mordaz, que cobra impuestos y no da resultados, que exige con el palo en una mano, mientras con la otra se rasca cómodamente el vientre. Indiferente, ajeno y enfermo de una obesidad que no le permite adaptarse de forma ágil a los cambios que hoy por hoy se están dando en una sociedad más demandante. Un gobierno formado por seguidores de partidos políticos miopes, incapaces de visualizar el universo de factores que hacen posible un estado exitoso, persiguiendo fines propios o ajenos o simplemente dando la contra para poder crear mecanismos de presión que les permitan continuar en el poder para seguir en su estado de sedentarismo político, carente de innovación y de la más elemental cultura de trabajo. Mientras unos viven sus vidas encerrados en sus trabajos en largas y mal pagadas jornadas, otros vacacionan y holgazanean pagando facturas con la vida y el esfuerzo de los primeros.


Indiferencia.


El último factor somos nosotros mismos, indiferentes ante una atroz realidad que damos por sentada, de la cual nos sentimos merecedores y la cual comenzamos a aceptar independientemente de si nos afecta o no. Somos expectadores de la inseguridad, la impotencia, la violencia y la impunidad que no hace más que llevarnos poco a poco a encontrarnos a nuestro nefasto destino. Esta indiferencia no solamente se manifiesta de forma pasiva, sino también activa, cuando dejamos de hacer nuestro trabajo, cuando no pagamos nuestras deudas o decidimos solapar de forma deliberada cualquier práctica ilícita, aunque ello signifique sacrificar la integridad de otra persona.


Es hora de despertar y darnos cuenta que la solución no está en las balas percutidas, ni en las amenazas, ni en mantener un perfil bajo, ni en simular que algo se está haciendo. La solución de raíz a esta crisis es un cambio de corriente, transitar de la otredad a hacernos responsables de nuestro rol en esta crisis, es decir, no pensar en la violencia como un problema del 'otro' y darnos cuenta que mientras no se imparta justicia de forma coherente y eficaz, mientras en las escuelas no impere la cultura del menor esfuerzo, mientras sigamos siendo una sociedad clasista y de una economía basada en el consumismo, México no saldrá adelante.

Hace pocos días se cumplieron 10 años de la llegada del Partido Acción Nacional al poder, yo mismo voté por Felipe Calderón hace 4 años y aunque reconozco muchísimos avances en materia económica y de libertad de expresión, los cuestionamientos siguen siendo los mismos ¿dónde está el cambio añorado? ¿dónde están las instituciones incorruptibles? ¿dónde están las licitaciones limpias? ¿dónde está la infraestructura clave para el desarrollo de México, las carreteras, el ferrocarril, la apertura de medios, la competencia en materia de telecomunicaciones,  la disminución de la brecha entre ricos y pobres, la apertura de espacios culturales, la descentralización y la mejora educativa?

1 comentario:

Jorge Cisneros dijo...

Pues sí, la educación es buena arma para derrotar a la situación que vive el país, pero ¿qué podemos hacer? la buena educación se limita a las personas que pueden pagarla, mientras que por otro lado las que no lo pueden, están condenadas a una cadena de ignorancia, desarrollando también el desinterés por la misma, y vámonos la cadena sigue y esto lleva a las personas a buscar la salida fácil y el dinero mal habido….digo, oiga usted ¿qué opina? Saludos!!